Aunque ya he narrado en diferentes entradas mis estancias en Silos,he decidido publicar aquí una crónica más pormenorizada tal y como se merece ésta preciosa villa.
Recomiendo la visita en Otoño y si es posible en dias no feriados,en los que transitar por sus callejas casi desiertas en dia gris y ligeramente frío y desembocar finalmente en la Iglesia para compartir con los monjes una de sus celebraciones cantadas en gregoriano.
Cuando así lo he hecho y me he encontrado de pronto en la penumbra del templo,retirado de las primeras filas en las que unos pocos fieles concelebran la eucaristía,oculto y avergonzado casi de asistir en mi condición de no creyente,he experimentado al mismo tiempo una extraña emoción.
La Plaza Mayor
El Hotel Tres Coronas de Silos.En la Plaza y aledaños hay varios pequeños hoteles y mesones con la clásica oferta gastronómica de éstas zonas ,basada en asados,sopas castellanas y otras contundentes elaboraciones.
Algunas de las calles que descienden hacia la Plaza.en una de ellas hay un pequeño museo de antiguos instrumentos musicales,que no he visitado ciertamente.
Silos es ,al igual que Medinaceli por citar otro caso paradigmático,claro ejemplo de las villas que han pervivido a costa de convertirse en residencia de fin de semana de burgueses ilustrados.No lo digo como reproche,al contrario.
Desde la Plaza pasamos frente a la puerta de la Iglesia de la Abadía
Y llegamos a una plazuela en la que está el acceso a la Abadía .a través de una tienda de objetos realcionados con ella (libros,litografías,etc).Aquí también es donde se puede iniciar la visita al Museo y al Claustro con el singular ciprés al que cantó Gerardo Diego en su famoso soneto:
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
En la plazuela hay un estanque alimentado por un manantial,imagino,y que desagua en el cauce del rio Mataviejas que fluye unos metros más abajo.
Me encontré en la plazuela con un perrillo al que capté en sus ejercicios de estiramiento.Al acabar se me acercó y cuando intenté tomar una instantanea de su faz huyó como alma que lleva el diablo a la vista de la cámara.
El rio Mataviejas que rodea los muros de la Abadía y de sus huertas y granjas anejas y corre más allá hasta alcanzar el desfiladero de la Yecla.
Frente a nosotros tenemos una colina en la que se asienta la Ermita de la Virgen del Camino y un Viacrucis
y éste es el panorama con el que se nos regala la vista si decidimos ascender hasta ella
Si ascendemos un poco más la perspectiva se amplia,claro....
Podemos proseguir en franco ascenso por el camino que tomó el Cid para llegar a su destierro
Avanzando por éste camino podemos llegar hasta Huerta de Rey pasando por Peñacoba.
Huerta del Rey es la villa más populosa de la comarca.He estado en un par de ocasiones en ella.Tiene una pequeña y curiosa plaza de toros.
También visité Peñacoba en otra ocasión pero con la bici y por carretera,tomando el desvio que hay antes del tunel de La Yecla,en la carretera que viene de Caleruega.Hay que superar una rampa tremenda de unos 300 metros y después seguir unos tres km más en subida más llevadera.
Retornando a Silos tras nuestra excursión montaraz seguimos extramuros de la omnipresente Abadía hasta arribar al aparcamiento que hay a la entrada de la localidad,accediendo por la carretera que viene de Aranda y Covarrubias.
Pasaremos junto a la puerta que se abre en el recinto amurallado y que da paso a la hospedería abierta al público (sólo maculino).
Es un excelente lugar para estacionar y pernoctar.Eso sí,hago hincapié en lo conveniente de evitar nuestra visita en época estival y en fines de semana,porque podemos tener dificultades para encontrar un hueco en el que colocarnos.Y porque además,el encanto y la espiritualidad del lugar se desvanece.