Asuntos profesionales requirieron mi presencia en el País Vasco los dias 7 y 8 de Noviembre y me brindaron así una magnífica excusa para volver a las tierras norteñas tras un lapso de muchos años.
Tengo además contrastado que los viajes que realizo por alguna razón práctica (o sea,que como consecuencia de ellos haya alguna entrada de caudales en mis arcas) son siempre más satisfactorios .Estoy convencido de que si Marco Polo fuera coetáneo no sería un despreocupado turista sino un taciturno viajante de paños de Sabadell.
Salí el Jueves 6,avanzada ya la tarde y pernocté en un area de servicio de la Autovía A15 (la de Leitzaran),junto a la salida de Lekunberri.Se me ocurrió hacer la ruta por Huesca y aunque a la luz del día el recorrido debe de ser hermoso,por la noche se hacía eterno . Qué carreteras por dios !!
El Viernes 7 el lugar elegido fué más agradable.Estacioné al inicio de la carretera que lleva al Puerto de Getaria y frente a una playa fuertemente batida por las aguas cantábricas.Mi ignorancia de la zona hizo que no siguiera la carretera y así me privé de haber pernoctado en el mismo hermoso puerto que sí pude vistar dias después.
Zumaia
El Sábado 8 me ubiqué en un repleto Area de AC de Zumaia. Este se halla en una zona industrial,junto a la ria.El Domingo amaneció gris pero sin lluvia así que tomé la bici y me incorporé al carril bici que discurre al lado y disfruté de un agradable paseo por el puerto y zonas aledañas de la localidad.
Junto a los Astilleros Balenciaga estaba amarrado un imponente remolcador.
Getaria
A mediodia dejé Zumaia y arribé a Getaria,a la sazón pueblo vecino y separado apenas por 4 km de una sinuosa y bella carretera costera. El lugar es magnífico estaba muy concurrido por ser dia feriado.
San Miguel de Aralar
A media tarde,bajo una lluvia que fué in crescendo y con un par de horas de luz solar por delante abandoné la villa natal del gran navegante Elkano y tras pasar por la señorial Zarautz alcancé de nuevo la A15. Dejé atrás Gipuzkoa y en ella la lluvia .Un tímido sol peleó sin mucho convencimiento hasta que la noche lo desarmó por completo y lo arrojó a la tiniebla cuando arribé a San Miguel de Aralar. Los últimos visitantes dominicales abandonaban ya el lugar.
La noche era muy fría y ventosa y desde los más de 1300 metros de altura que tiene la mesetilla en la que se eleva el santuario se observaba una miríada de luces de los pueblos que se asientan en los valles anejos. A la mañana siguiente por el contrario la niebla los sepultaba por completo y tal parecía que me hallara de nuevo junto a otro algodonoso y calmo mar.
El frio que reinaba en aquellas alturas invitaba a caminar y el bosque de antenas que poblaba la mayor eminencia era un reclamo al que no pude resistirme.
Numerosos caballos,algunos con frondosísimas cabelleras como melenudos beatniks de los 60,desayunaban apaciblemente.
Como andaba corto de provisiones descendí hasta Lekunberri y me incorporé de nuevo a la Autovía que me llevó hasta un Lidl de Pamplona. Tras la compra tomé allí mismo un refrigerio y seguí mi camino hasta Candasnos ,donde una vez más hice noche. La lluvia volvió a aparecer y siguió firme durante toda la jornada siguiente hasta que arribé a mi casa.
Un periplo perfecto. Escribo ésto dias después con una cierta nostalgia por volver a la ruta.Confio sin embargo que en breve lo pueda hacer si se confirma un asunto que me llevará hasta Cariñena y por extensión a Gallocanta . Siiii...ahora que las grullas ya estarán por allí !!